El frío invernal se calaba en su cuerpo, sus pasos eran rápidos buscando eludir el frío que sentía, una suave garúa iba cayendo mojando poco a poco sus cabellos algo ondeados que al contacto con las gotas de la lluvia se iban doblando formando círculos que caían por su rostro algo pálido; apretó el paso de sus botines azules, ajustó su abrigo azul mientras tosía suavemente por el frío, a lo lejos solo se veía neblina, esa sensación de no ver más lejos de una cuadra- tan común en el invierno limeño- le causaba una incomodidad mezclada con la aceptación de una realidad que vivió cada año durante toda su vida en esta ciudad. Llego a la esquina y se paró atisbando a lo lejos buscando la señal de algún carro que la saque de este gélido lugar, justamente paso un carro veloz sin detenerse ni siquiera porque el semáforo marcaba rojo no se sabia si indignado porque el conductor no se paraba o solo porque era la luz que implicaba stop.
Ella ajustó nuevamente su abrigo buscando proteger su garganta del frío, tosió nuevamente, el temor a enfermarse si seguía allí enfriándose mientras esperaba su bus comenzó a preocuparle ¿ se iba a quedar allí parada en esa esquina esperando siempre?... sin darse cuenta se vio a si misma parada allí mismo y le pareció que siempre había estado así esperando... esperando ni siquiera sabia que, acaso me falta algo se pregunto ¿ qué me falta?... las imágenes de su niñez comenzaron a pasar por su mente, se vio a si misma sonriente junto a su madre, corriendo feliz, se sonrió al recordarlo, se vio en su pequeño triciclo no manejándolo sino prestándolo a otros niños, se sentía contenta cuando los demás estaban contentos, siempre fue así...sus pensamientos hurgaban en los recuerdos de su niñez cuando escuchó una voz estridente que gritaba " arequipa, angamos marsano" volteó y vio a un sujeto regordete colgado de una custer gritando "arequipa arequipa angamos" pese a que le pareció desagradable dejar sus recuerdos el frío le hizo notar que era mejor subir al bus, así lo hizo buscando un asiento lejos de alguna ventana abierta o rota, se sintió aliviada del frío, comenzó a alisar sus cabellos revueltos, sacudió su abrigo y se sumergió en la lectura de un libro aburrido pero necesario para distraerse y no oír los gritos desaforados del cobrador que en cada paradero se esforzaba por ser más desagradable que en el paradero anterior. El haber estado hurgando en si misma mientras estaba en la esquina la dejó intrigada y se preguntó si era cierto eso de que esperaba algo sin saber bien que, movió la cabeza negativamente y se dijo que auto analizarse por hoy era suficiente por ello estoicamente se sumergió en la lectura y ansió llegar a su paradero lo más pronto posible claro si es que un conductor ebrio no se cruzaba en su camino.
martes, 14 de abril de 2009
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